Cuando aceptamos que las cosas a veces pueden ir mal, y que lo hacen, nuestros fracasos se convierten en nuestros maestros, y no en nuestros carceleros.
Cuando aceptamos que las cosas a veces pueden ir mal, y que lo hacen, nuestros fracasos se convierten en nuestros maestros, y no en nuestros carceleros.