Escuchar simplemente con los oidos es una cosa. Escuchar con el entendimiento es otra distinta. Pero escuchar con el alma no se limita a una sola facultad, al oido o al entendimiento. Exige vaciar todas las facultades. Y cuando las facultades estén vacías, es todo el ser el que escucha. Entonces se capta de manera directa aquello que se tiene delante, lo cual jamás podría oirse a través del oído ni comprenderse con la mente.